sábado, junio 04, 2005

Cine de Género: Terror

Por Martín Cagliani

El genero de Terror entre los años 30 y 50

Algo que caracteriza al cine de terror, sobre cualquier otra cosa, y que todos los críticos y autores que he leído olvidan de mencionar es el hacer asustar al espectador, hacerlo sentirse molesto, hacerlo tener miedo.

Dice Gubern (ver Bibliografía al final): “El cine terrorífico […] aparece definido por su condición fantástica y, en rigor científico aceptados los códigos narrativos, por exponer fabulaciones rigurosamente inverosímiles. Los protagonistas de nuestro género son vampiros, monstruos, hombres-lobos, zombies, hombres invisibles y, en general, una variopinta topología que no tiene cabida posible en la naturaleza.” Si bien esto es cierto para gran parte del género, no lo define por completo, ya que deja fuera al subgénero de asesinos seriales, sobre el que se hablará más adelante.

Gubern dice que la producción cinematográfica en su conjunto puede ser considerada como un espejo de las ansiedades, neurosis y frustraciones sociales. El reflejo, dice, no es simplemente mecánico, sino que obedece a una rigurosa interacción social, por la cual el cine refleja ciertas realidades (mas o menos manipuladas) y al revertir este reflejo sobre el público refuerza socialmente los elementos de que se nutrió.

El cine de terror le devuelve al público sus expresiones verbales, sus modos de vestir, sus hábitos cotidianos, y finalmente su mitología y sus miedos. Toas las convenciones y modas propias de la época en que la película fue filmada. Generalmente también reflejan la ideología y los valores de las clases dominantes, que son las que financian la producción de las películas. Pero incluso en el caso más patente en que la idea sea ocultar la realidad social y fomentar la evasión del público, precisamente por esa misma razón se convierten en un testimonio sociológico de aquello a lo que se aspira como sustituto de una realidad ingrata.

Por tanto el género de terror nace de aspectos míticos ligados a las creencias populares y a temores nacidos en contextos socioculturales muy precisos. Y es por eso que el publico se siente atraído hacia este tipo de películas: por los estímulos emocionales insólitos e intensos, que son raros en su rutina diaria. Proporciona un aceleramiento cardíaco y respiratorio que por lo general termina en un desahogo fina.

El motor sensacionalista en estas películas es precisamente la crueldad y esto explica que la progresiva competencia comercial en el mercado haya generado una escalada de crueldad en el género en los últimos años.

Gubern dice que el terror en la pantalla tiende a minimizar los problemas y contratiempos comparativamente menores de la vida real y cumple así una enérgica función evasiva. El espectador también por lo general, se divide en dos al sentirse identificado con la victima de la que se siente solidario, pero también se identifica con el monstruo o el enemigo, ya que así puede liberar todas su agresividad acumulada. La función primaria del malvado, dice Gubern, es la de expresar la agresividad reprimida del público.

El cine de terror es un género rígidamente codificado por la industria y que a su vez posee muchos subgéneros, cada uno con sus reglas propias, y sometidos a normas bien precisas que raramente son intercambiables entre subgéneros.

Losilla define los codigos que pueden utilizarse para enmarcar una película en el género del terror como: la puesta en escena, las estructuras arquetípicas, es decir, lo que regula la producción dietética del terror y lo que despliega su iconografía mítica, dos mecanismos que definen al genero en sí mismo y, simultáneamente, en relación a los códigos más cercanos a su territorio.

Mediante la puesta en escena uno puede discernir entre dos filmes que traten una misma estructura arquetípica. Como se el ejemplo que usa Losilla entre El estrangulador de Boston y El fotógrafo del pánico. La puesta en escena es la que diferencia a dos películas que tienen la misma estructura arquetípica. La acerada frialdad, dice Losilla, casi documental de El estrangulador de… contra el insondable abismo parapsicológico propuesto en El fotógrafo del pánico. El primero provoca una incómoda curiosidad sociológica y científica; el segundo una abominable implicación psicológica”. El psicópata es observado con una mirada diferente en ambas películas.

Lo oculto es lo que define al cine de terror como género, dice Losilla. Tanto a nivel arquetípico como en el escenográfico. Sirve tanto para referirse a la totalidad temática del cine de terror (lo oculto del inconsciente crimina, lo oculto de los monstruos siempre escondidos detrás de la sociedad, etc.), como para caracterizar su puesta en escena, siempre tendente a ocultar información visual, ya sea a través de la exacerbación engañosa del decorado, la fotografía, el maquillaje, etc., o por el medio de la más pura y simple privación de los elementos implicados, como en el fuera de campo, la interposición del personaje, etc.

<> En los años 30, cuando el cine de terror estadounidense empieza a reflejar sus verdaderas preocupaciones, empieza por las figuras míticas de la tradición, principalmente la literaria. Por otro lado las fantasías más o menos míticas situadas en lugares exóticos, territorios desconocidos. Así siempre se sitúa el mal en el exterior, ya sea que el monstruo es absolutamente ajeno al entorno en el que se entromete, o que se lo vea en espacios prohibidos, alejados de la civilización. <>

La historiografía suele asociar el esplendor creativo de los años 30 del cine de terror, con la crisis social y económica que sacudió a USA después del crack económico del año 1929, que ocasionó una gran depresión en ese país. Los terrores cotidianos, la inquietud por un futuro no demasiado halagüeño, se plasmaría en una infinidad de monstruos más o menos indefinidos, en el fondo reflejo de un terror inconsciente bastante concreto.

Sin embargo en las películas no se plasma ese ambiente, sino que se lo oculta. Los monstruos ostentan, por lo general, un rango totalmente exterior, y a la vez proceden casi siempre de un ambiente ajeno a la sociedad estadounidense, que es la que produce la mayoría de las películas de este período. Losillas dice que el terror que invade el inconsciente colectivo es un terror que no tiene nada que ver con ningún tipo de desconfianza con respecto al sistema (la labor de Roosevelt, presidente de USA en ese momento, tiene mucho que ver), sino que, por el contrario, provoca catástrofes que responden a una especie de destino trágico externo sin conexión alguna con la estructura social o mental de la humanidad. Y en ese sentido los rasgos delatores con respecto a los personajes y al contexto mencionados antes, no serían otra cosa que el verdadero rostro de una sociedad empeñada en ocultar sus disfunciones tras una máscara de normalidad, tras ciertos monstruos exteriores (los malos tiempos, la situación en Europa), que desembocarían en la Segunda guerra mundial y en la lucha contra el nazismo, convertido en el monstruo de monstruos.


Películas a analizar:

M (1931), Fritz Lang;

House of Wax (1953), André De Toth.

Dark Water (2002), Hideo Nakata.

Saw (2004), James Wan.

Podemos englobar a las tres películas M, House of Wax y Saw en un subgénero del terror que sería el llamado psicotriller o de asesinos seriales. Y a la otra Dark Water como películas de monstruos.

M de Fritz Lang, llamada M, el vampiro en Argentina, es una película alemana filmada en 1931, en pleno movimiento nazi. Se dice que originalmente iba a ser llamada Los asesinos estan entre nosotros, pero Lang prefirió no hacerlo, ya que ese título aludía a las brigadas SA, del partido nazi. Los judíos ya estaban siendo perseguidos.

Al parecer la película está ambientada en los años 20 de Alemania, durante un tiempo en el que había muchos asesinos seriales. Lang siempre lo negó, pero se cree que se inspiró para su película en El vampiro de Dusseldorf, Peter Kürten. Un asesino de la vida real. El caso fue muy parecido al de la película, incluso en pequeños detalles, aunque Kürten se bebía la sangre de sus victimas, mientras que el asesino de M, no se dice nada que hiciese tal cosa.

La película es un caso extraño en el cine de asesinos seriales, ya que no muestra la visión del asesino, como puede ocurrir en Psicosis de Hitchcock, ni la visión de los buenos, los policías o las victimas, que se defienden del asesino como podría ser en House of Wax. Sino que los que se hacen cargo de buscar y juzgar al asesino son los propios criminales de la ciudad. La película muestra un crimen organizado desde los mendigos hasta los más especializados ladrones, que se unen en la búsqueda, y luego en su juicio. El suspenso, es trepidante. Y Lang muestra al asesino como a un verdadero monstruo, que incluso en el juicio que le llevan a cabo los criminales, se defiende diciendo que no lo pueden culpar, ya que él no es responsable de sus actos, lo hace porque está loco, porque no puede reprimirse, no puede luchar contra el deseo de matar

Esta película de Lang puede ser hubicada también en el genero de policial negro, pero el suspenso y el morbo del asesino la acercan más al Terror, incluso la puesta en escena, la iluminación. El juego con las sombras, y la presencia importante que se le da al retrato del asesino, a su visión de las cosas.

House of Wax, fue llamada Terror en el museo de cera en nuestro país. La película es del año 1953. Y marca un período en el genero de terror donde justamente se está rompiendo con todo lo precedente, con el cine clásico. Losilla dice en su libro, que en los 50 llega la deintegración más absoluta del género. Se deja de lado el misterio del terror, para pasar a un nuevo terror en el que todo se explica. Todas las propuestas atrevidas de los filmes de años anteriores en los 50 pasan a ser dejadas de lado cuando el misterio se vuelve muy verbal, donde las propuestas se ahogan, y dejan de ser terroríficas para pasar a ser simples cuentos de misterio. Se descalifica abiertamente la película completa con una explicación final.

Ya voy a hablar más adelante sobre el Terror japonés, peor justamente lo que hace el terror japonés es romper totalmente con esta tendencia del género que en USA sigue hasta el día de hoy, de explicar todo demasiado, tanto que termina aburriendo y quitándole todo el misterio y miedo que puede generar en el espectador.

House of Wax es un ejemplo de cómo el cine de terror en esos años comienza a cambiar, a convertirse en otra cosa. Se convierte en un thriller más o menos de suspenso. El filme se distancia de la gente, no muestra una visión cercana de los personajes ni de los asuntos, parece por momentos un documental, y rompe con el cine clásico al estar llamando siempre la atención sobre el espectador de que lo que está viendo es un espectáculo, llama la atención sobre el dispositivo. Muchas miradas a cámara, muchas explicaciones que parecen ser dadas directamente al espectador.

En el mismo filme se puede ver como se va transformando de una película de persecución en la que uno llega a tener miedo de ese horrible y deforme hombre, a luego un filme en el que se intenta descubrir un crimen, a algo ya jocoso con ese final en el que se hacen chistes.

Estas dos películas del período estudiado, se las puede comparar en la actualidad con otra de crímenes y asesinos que rompe totalmente con el cine de terror típico imperante en estados unidos tanto en el períodos estudiado como actualmente.

Esa película es Saw, o El juego del miedo, como fue llamada en nuestro país. Dirigida por James Wan. La película muestra constantemente el sufrimiento de las victimas, no le priva nada al espectador. No le prova sangre, no le priva el miedo de los protagonistas. Algo raro de ver en el cine de terror, es que los protagonistas reflejen sentimientos reales. Que se queden congelados de miedo, que actuen como locos por el miedo, y la desesperación. En esta película vemos a los personajes actuar como una persona normal lo haría, se desesperan, y no son super héroes que pueden luchar hasta contra King Kong, sino que sucumben, y justamente el mayor quiebre con el género de esta película es que no tiene un final feliz. Si bien en esta película se sigue explicando demasiado como en todas las del género en USA, el espectador queda atónito al notar que los personajes no van a ser héroes, y que van a ser como cualquiera que tienen al lado en la butaca y se van a morir sin poder hacer nada.

También rompe con la forma de contar una historia. A pesar de ser como ya se dijo una película estadounidense en la que siempre se sobre explica, en esta se oculta mucho al espectador, se le ocultan tantas cosas, que el espectador está en un continuo suspenso y teme por la vida de los protagonistas a lo largo de toda la película. Nunca está en paz, el director no le concede descansos.

Finalmente todas estas películas del género de Terror tanto estadounidense como alemán. Se las puede comparar con el nuevo cine de Terror japonés que está saliendo desde al año 2000. Que tanto llamó la atención del mundo que llevó a los estadounidenses a hacer remakes de varias películas japonesas. Si bien en el traspaso, se pierde el 90 % de la novedad que aporta el terror japonés al género.

Las nuevas películas japonesas se centran sobre leyendas antiguas japonesas, algunas son leyendas urbanas, otras son milenarias.

Honogurai mizu no soko kara o Dark Water. Es una película del año 2002 dirigida por Hideo Nakata, un maestro del suspenso. Él mismo admitió estar muy influenciado por Hitchcock, y su terror se caracteriza justamente por no mostrar mas que lo suficiente para tener al espectador constantemente atento a la pantalla y a lo que está sucediendo. Incluso en escenas en las que no pasa absolutamente nada, el espectador está pendiente de lo que pueda aparecer en pantalla. La cámara es muy subjetiva, lleva al espectador constantemente a ponerse en los zapatos del aterrado protagonista. Algo normal en las películas japonesas es que los protagonistas muestran el terror que mostraría cualquier persona ante los eventos sobrenaturales a los que se enfrentan, no pueden correr del miedo, o incluso se mueren del miedo. Algo difícil de encontrar en las películas de este género de USA, sonde adolescentes luchan contra monstruos como si jugasen a un videojuego. Y algo que caracteriza sobremanera al cine de terror japonés es el misterio constante que tiene el espectador sobre que es lo que les está pasando a los protagonistas. Nadie explica nada, uno tiene que armar el rompecabezas como los personajes de film lo tienen que hacer. Incluso pueden llegar a tener finales en los que nada se explica y deja la trama abierta.

Bibliografía

Gubern, Román y Prat, Joan. Las raices del miedo. Barcelona, 1979.

Losilla, Carlos. El cine de terror. Paidos. Barcelona, 1993.

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